CLIC
de Daniel Carrión de Gómez
Por más intensidad que le pusiera, Héctor no lograba que
aquel mar le devolviera la mirada. En cambio hacía que le desfilaran por la
cabeza las mismas imágenes, una y otra vez, como si fuera uno de aquellos
antiguos proyectores circulares de diapositivas que terminaban y volvían a
empezar, implacables.
Clic.
En el centro se ve una pareja. Ella, notoriamente
embarazada y Héctor, de rodillas a su lado, en actitud de sostener la panza mientras
estira labios y cuello, intentando que se note que quiere besarla pero a la vez
sin ocultar la cara a la cámara. En segundo plano se ve la arena dorada y
brillante y más allá, un río marrón y caudaloso que corre sin frenos. Él
siempre había preferido el río al mar. Quizá porque había nacido en una ciudad
con río, pero él afirmaba que era porque el mar le parecía un tibio, un
indeciso que venía y se iba, venía y se iba, en cambio el río siempre estaba
llegando y yéndose a la vez. Uno le podía entregar sus penas y él se las
llevaba así, sin más, y las arrojaba al mar, lejos.
Clic.
La imponente Puerta de Alcalá ocupa casi todo el campo
visual; a un costado, chiquititos, dos adultos y un diminuto Héctor en el
medio. Era el viaje de vuelta a las raíces que todo el mundo debería poder
hacer por lo menos una vez en la vida y Madrid era la primera escala. Era uno
de sus primeros recuerdos, sostenido por la sensación de que todo (como todas
las cosas cuando somos chicos) le parecía enorme, desproporcionado. El avión
que los había llevado le había mostrado cómo se veía el mundo desde muy alto, y
él, desde entonces, supo que lo quería ver desde más alto. Más alto que nadie.
Ver el mundo desde tan alto, en rigor, desde tan lejos, que apenas fuera una
cabeza de alfiler en un mar de estrellas.
Clic.
Los novios sonríen como todos los novios a la salida de
la iglesia. Los rostros lucen varios años más jóvenes que en la foto junto al
río. Una lluvia de arroz y papel picado borronea la imagen e insiste en instalarse
sobre su flamante uniforme azul oscuro. Aún era un novato, pero había
conseguido el primer objetivo: ingresar a la Academia. Dos sueños cumplidos.
Clic.
Con una mano sostiene el enorme casco, cuyo diseño no ha
cambiado mucho desde aquellos que, en su infancia, asociaba inevitablemente con
una gigantesca pecera. Con la otra mano, y en la medida en que el abultado
traje blanco se lo permite, abraza a su mujer y a su hija, que habían viajado
especialmente para acompañarlo en el tercer momento más importante de su vida.
Siempre les había dicho a sus mujeres, por separado, que el momento más
importante de su vida fue cuando las conoció: a una, en la sala de partos, a la
otra, en aquella esquina esperando que cambiara la luz del semáforo. Esto las
hacía felices a ambas y no importaba cuál era más importante, sumaban dos. Y
este momento, el de partir en su primera misión, en solitario, contaba como el
tercero.
Clic.
Sala de partos.
Clic.
Luces de semáforo.
Clic.
La luz azul titilando en el tablero indica que está
entrando un mensaje desde el planeta. El alunizaje había sido exitoso y se
preparaba para descansar antes de comenzar con las agotadoras tareas de la
misión.
Clic.
Con una mano sostiene el enorme casco, y con la otra
abraza a su mujer y a su hija.
Clic.
El pesado camión que golpea con fuerza el auto y lo
desvía a los tumbos de su trayectoria original, arrebatando instantáneamente la
vida de las dos mujeres que van dentro. El mensaje de la luz azul había sido
escueto pero contundente.
Clic.
El filo de la herramienta cortando cables y, con ellos,
toda posibilidad de comunicación y de emprender el regreso. Sabía que una
misión de rescate no llegaría a tiempo y contaba con ello.
Aunque prefería los ríos se sentó frente a aquel Mar de
la Tranquilidad, el mayor mar sin agua que jamás había visto y que no le
devolvía la mirada. No importaba. Sabía que sus mujeres lo aguardaban en esas
estrellas que parecían al alcance de la mano y simplemente esperó.
*Clic recibió mención de publicación en la Edición 2013 del concurso a Puro Cuento de la Biblioteca Popular del Paraná.
2 comments:
Me encantó Dani!!! No sabía de esta faceta !!!! Felicitaciones !!!
Gracias, Pepe! Abrazo!
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